Entre las cosas que valen la pena recordar, se encuentran todos aquellos elementos históricos que proporcionan identidad en torno a la esencia de las cosas o de las experiencias, es por ello que conviene a todo buscador, tanto al interior como al exterior de la Institución, comprender estos orígenes, asimilarlos y experimentar lo asimilado a través de las facultades del entendimiento y la razón.
Esa reflexión es la que brinda a través de sus investigaciones y publicaciones el Q. H. Joaquim Villalta, quien como referente en el desarrollo de los estudios masonológicos, nos comparte en torno a la siguiente serie de publicaciones en torno a los "Valores" que desde el siglo XVIII y hasta la presente, se encuntran presentes en mayor o menor grado en las diferentes variaciones que ha adoptado el Rito de los Modernos o conocido como Francés.
Dice la epistemología que todo conocimiento actual tiene por base un conocimiento del pasado (incluso un conocimiento mítico), que en condiciones adecuadas, ayuda a tomar consciencia del ser y del deber ser de aquellos fenómenos naturales y positivos encontrados en el largo camino de evolución o cambio del mundo.
Se deja a consideración de los lectores, la siguiente serie de publicacione, esperando como habitualmente sean de beneficio y provecho.
Fraternalmente:
M.M. Yuguito
Valores perennes del Rito Moderno en el XVIII (I)
(Publicado en: Racó de la Llum, con fecha: 26 de noviembre del 2011)
Intentaremos en varias entradas exponer una serie de
valores perennes de la Masonería del XVIII que permanecen plenamente vigentes
más allá de las diversas transformaciones rituales que ha sufrido el Rito Moderno
ya bien sea por motivos de regulación u homogenización, o en otros casos, por “modismos” obedienciales en sintonía con
determinadas corrientes de pensamiento en momentos históricos concretos.
Así pues, apreciaríamos la viabilidad práctica de la
puesta en escena y su objeto final, cual hilo conductor, de cualquier ritual continental
elaborado en este siglo.
No debe sorprendernos esta generalización puesto que el
calificativo del Rito fue tardío, y al referirnos a la Masonería, hablamos
indubitablemente del Rito Moderno.
La apelación Rito Moderno ha quedado pues asociada, y calificada
a posteriori, para designar el sistema ritual que atravesó el Canal de la
mancha proveniente de la Gran Logia de Londres. Indiscutiblemente este fue el
ritual conocido por las primeras logias constituidas en Francia y los Países
Bajos, y el de la primera Gran Logia Francesa.
De esta herencia, que obviamente aportó sus usos locales
o modificaciones particulares, pero siempre manteniendo su estructura simbólica,
el Gran Oriente de Francia marcó una Regulación finalizada en 1786 (Régulateur
du Maçon) para los Grados Simbólicos, así como también lo hizo desde 1784 el
Gran Capítulo General de Francia para los Grados Capitulares. Otros Orientes
europeos siguieron sus propias estructuras, aunque en buena medida, o bien por
mimetismo o imposición política, acabaron adoptando este sistema en Siete
Grados para el Rito “a secas”.
En el siglo XIX, la expansión de los ritos denominados
escoceses generará la aparición de las denominaciones equivalentes (en esa
época sí, hoy ya es más discutible) de Rito Francés o Rito Moderno. Vemos como
por ejemplo, Vuillaume tituló una parte de su manual Tuileur du Rite Français ou Moderne o Bazot con su Tuileur-Expert en el apartado dedicado
al mismo.
Pero no entremos a valorar ahora donde y porqué se ha
mantenido una u otra denominación, y si a día de hoy algunas prácticas apeladas
Rito Francés han perdido la naturaleza Moderna de sus orígenes.
Volviendo al mensaje masónico original, contemplemos en
primer lugar cómo se exponía la práctica de las virtudes:
Rampont, en su en su obra de 1780, nos señala que la
Logia “es una asamblea de hombres virtuosos o que desean serlo". Está dirigido
por tanto a quienes “tienen por objetivo el honor, la práctica de las virtudes
cristianas y como cualidades sociales la decencia y la humanidad”. Prosigue
diciendo que “la decencia es inseparable de una alma bella”. El candidato debe
tener pues las cualidades de “sujeto fiel, buen hijo, buen esposo, buen padre y
amigo perfecto”. Obviamente podríamos entrar en un debate profundo para
analizar esos niveles de “Bondad”, si bien, por contraste, llegaríamos a un
rápido entente sobre sus opuestos. Rampod nos indica también la exigencia de “un
espíritu de paz”, afirmando que “la indulgencia, en todos los casos, es
preferible a la venganza” y subrayando el “gran principio de la caridad” al que
debe ir unido el de la discreción, puesto que “no debe haber más testigos que
el cielo y su corazón”.
Otra pincelada nos la da Uriot en Le secret des Francs-Maçons mis en évidence, de 1742, cuando expone que “Arquitectura,
elocuencia, poesía, pintura, música, filosofía, moral, historia, delicados
placeres y reglas para la sabiduría, he aquí el objeto de nuestros encuentros”
pero apunta como esencial que “entre nosotros sin la caridad, todas las otras
virtudes no son nada … Este acto de caridad se ejerce con respeto y delicadeza …
el corazón es el lugar de esta virtud”, una caridad cuya acepción es más amplia
que como hoy la entendemos.
Joaquim Villalta, Vª Orden de Sabiduría, Gr.·. 9
Miembro del Sublime Consejo del Rito Moderno para el
Ecuador
Miembro del Supremo Consejo del Rito Moderno – Brasil
Miembro del Gran Capítulo General de España
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