Continuando con el aporte hecho por el Q.H. Joaquim Villalta, es un placer reproducir en este espacio las partes 2 y 3 de los "Valores perennes del Rito Moderno", aquellos sobre los que vale trabajar y recuperar de ser menester.
Disfruten de la Lectura.
M.M. Yuguito
Valores perennes del Rito Moderno en el XVIII (II)
Sobre el sentido de la Fraternidad, más allá de la
asistencia directa a aquellos que han sido poco ayudados por la fortuna, la
caridad se comprende como un don de la persona efectuado con un objetivo de socorro
moral, atento y sin coacción, destinado a sacar del error a quien se extravía,
mediante la sola virtud del ejemplo, la atención y el afecto. Un discurso del
Hermano Orador, tras la Recepción de un nuevo Aprendiz, en L’École des Francs-Maçons de 1748, redibuja esta virtud de la
dulzura y la moderación, así como la necesidad del ejemplo:
“He aquí cual es el alma de un verdadero Masón. Su exterior
es como su conversación, libre sin licencia, voluptuoso sin indecencia; gusta
del placer pero no abusa. Es sobrio sin coacción, liberal sin prodigalidad,
humilde sin orgullo, escruta sus propios defectos, trata de corregirlos. A
aquellos Hermanos que corresponda, les reprende sin agruras, los ama. Por este
rasgo le conoceréis, el solo basta para dibujarlo”.
En oposición, un Discurso sobre la Amistad de la misma
obra de 1748 designa a aquellos que conviene evitar y dejar aparte:
“Lejos de nosotros esos hombres que, bajo la máscara de
una fingida cordialidad, no cuentan para nada con sus semejantes, o que
solamente les consideran cuando los necesitan”.
Más adelante, el mismo Orador describe lo que sucede
cuando “la Sabiduría y la Razón son escuchadas” y que de este modo los Masones “llegan
a ser hombres nuevos por el dulzor de su trato con los demás. Concluye, con la nota de lirismo
que comportaba siempre estos discursos:
“Una benevolencia sin límite en el círculo de Hermanos
produce una felicidad general y el cielo, en el corazón de un verdadero amigo,
contempla su imagen”.
Dentro de esta obra, en el Discurso de la Recepción de un
Maestro se marcará el límite que hay que respetar para conservar todos estos
beneficios y proseguir la vía ideal: Puesto que la Masonería nos abre el camino
de esta felicidad suprema, felicitémonos unánimemente desde el instante afortunado
en que se nos abrió el Templo, y recordémonos que se es Masón en la medida que
se es meticuloso en cultivar y seguir sus preceptos”.
Joaquim Villalta, Vª Orden de Sabiduría, Gr.·. 9
Miembro del Sublime Consejo del Rito Moderno para el
Ecuador
Miembro del Supremo Consejo del Rito Moderno – Brasil
Miembro del Gran Capítulo General de España
Valores perennes del Rito Moderno en el XVIII (III)
Otro valor perenne es el del compromiso adquirido por el
candidato antes de que sea recibido Aprendiz Masón, condición de la cual todo
miembro de la Orden se siente honrado en haber alcanzado.
Este compromiso se pone de manifiesto en la primera
masonería ya en el instante que el Candidato es introducido en la Cámara de
Reflexión tras haber superado la primera prueba de admisión por Unanimidad.
Esta Cámara, poco iluminada y sencillamente amueblada,
tiene por objeto librar al individuo a sus reflexiones ya que como indica el Flambeau du Maçon de 1811 “ todo aquel
que quiera abrazar un estado nunca reflexionará lo suficiente sobre toda la
serie de compromisos que deberá contraer; y en semejantes circunstancias,
siempre hay que sondear los pliegues del corazón en el silencio”.
Debe remarcarse que para nada aparece la cuestión de un
testamento filosófico, puesto que no se trata en modo alguno el tema de la
muerte para esta primera Recepción. Cabe recordar que evolucionamos en el
cuadro de un sistema, originalmente practicado en dos grados, que no
contemplaba el ciclo muerte-renacimiento ni hacía mención a mito alguno que le
refiriera.
Por el contrario, se trata de una elección clara para
efectuar y luego para asumir, tras haber obtenido la aprobación unánime que antes
comentábamos, tras haber indagado en su vida cotidiana, mirándole a los ojos, y
no bajo venda. El uso del pase bajo venda en el Rito Moderno o Francés es muy
tardío. Se remonta al GOF de finales del siglo XIX y a la influencia de las
prácticas propias del REAA. Esta evolución contraria a la tradición del rito,
estuvo destinada sobretodo a compensar los vacíos operados tras la revisión de
los rituales llevada a cabo.
Es entonces, en ese entorno de la Cámara de Reflexión,
donde el individuo debe definirse, ante los símbolos de esperanza que
constituyen el pan, el agua y la luz, y ante los relativos a la esterilidad que
representan la sal, el azufre y el cráneo. Debe a su alrededor contemplar las
inscripciones que le incitan a la actitud humilde, la sinceridad y la
perseverancia. Solamente de ese modo, tras esa reflexión simbólica, podrá con
convicción adquirir los compromisos que le permitan salir del abismo, las
tinieblas y ver la luz.
Joaquim Villalta, Vª Orden de Sabiduría, Gr.·. 9
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