Había una vez un obrero que superó muchos viajes y leyendas, debido a su apariencia de ser libre y de buenas costumbres. Pasó la aplomación con aire de humildad, y tenida tras tenida, se esmeró por ayudar al Presidente de su Taller en montar y desmontar los enseres, los cuales guardaba cuidadosamente dentro de un baúl. Todos los demás miembros del Taller se despreocuparon de esa tarea ante la prolijidad del H. del baúl. Por otro lado, el hombrecillo, jamás se preocupó en leer, jamás se preocupó en escribir, y pensó que con saber deletrear ya le bastaba. Pasaron muchos años, y sus coetáneos compañeros ascendían de rango, y el Presidente le perdonaba su falta de empeño en la lectura y escritura, pensando que la prolijidad en el arreglo de los enseres y el baúl, era una gran labor, más aún siendo que los demás renegaban de esa tarea que no la consideraban tan "importante" en relación al trabajo de elaborar sendas y eruditas planchas, y para qué vamos a negar, esa aparente entreg...
"Vivencias de una Aprendiz de Maestra de Albañil"